Fue en mi casa donde aprendí a construir lazos de afecto sanos y duraderos, a entender que los sentimientos de seguridad y amor propio eran muy importantes en la proyección de mi vida.
Desde allí empecé a entender que la imagen es el reflejo de qué tanto me quiero y me acepto. Cuidar mi cuerpo, mi piel, mi cabello, pero sobre todo mi mente y mi espíritu han hecho que cada día me sienta una mujer maravillosa, responsable de mi felicidad y con el poder de tomar las mejores decisiones para alcanzar el éxito.
